martes, 24 de abril de 2012
viernes, 20 de abril de 2012
LOS CORREPONJALES EN EL 10KM. DE ASTORGA
El pasado Domingo 15 de Abril se disputó en Astorga la III edición de la carrera de Santo Toribio. Como no podía ser de otra manera, nuestro Club estuvo presente en la tercera prueba de la Copa Diputación con 19 corredores haciendo que los "Correponjales" sigan ocupando la cuarta posición a tan solo 3 puntos del tercer clasificado y subiendo dos de nuestros corredores a lo más alto del podium en sus respectivas categorías. Estos fueron Jose Manuel en Veteranos M55 y Esther en Senior Femenina; enhorabuena a los dos!!!
-Esther 1ª Senior Femenina-
Destacar también el debut en el equipo de uno de nuestros socios y vecino de Quintana de Raneros como es Jose "Rajón", consiguiendo acabar la carrera con muy buenas sensaciones y con ganas de que llegue la siguiente.
-Rajón durante la carrera-
A continuación os dejamos la clasificación de cada uno de nuestros corredores:
CLASIFICACION
CORREDORES DEL CLUB DEPORTIVO LOS PONJALES 10KM.
ASTORGA 2012
Posicion Dorsal Nombre Puesto Categoria Tiempo Ritmo Km
71 6055 DIEGO
LOPEZ ALVAREZ ABSM‐ 41 0:39:23 0:03:57
79 6515 RICARDO
ANTONIO PRIETO MONJE ABSM‐46 0:39:45 0:03:59
82 6180 HECTOR
MANUEL LLAMAZARES ABSM‐48 0:39:56 0:04:00
83 6069 JOSE
MANUEL RAMOS DOBON M55M‐1 0:40:05 0:04:01
86 6047 ANTONIO
JAVIER MARTIN PEREZ M50M‐5 0:40:16 0:04:02
87 6051 JUAN
LUIS DE CASTRO VALLADARES ABSM‐ 50 0:40:17 0:04:02
101 9006 ESTHER RAMOS MARTINEZ ABSF‐ 1 0:40:31 0:04:04
110 6514 ANDRES
RAMOS PANIZO ABSM‐63 0:40:47 0:04:05
119 6050 LUIS
ALBERTO CASTELLANOS FUERTES ABSM‐68 0:41:08 0:04:07
132 6045 FRANCISCO
JAVIER GONZALEZ BAJO M40M‐38 0:41:50 0:04:11
175 6060 FRANCISCO
VALLVERDU BAENA ABSM‐92 0:43:43 0:04:23
189 9005 DIANA
FERNANDEZ LOPEZ ABSF‐4 0:44:10 0:04:25
246 6066 FRANCISCO
CASTILLO ROBLES ABSM‐123 0:46:20 0:04:38
279 6062 RAUL
ALEGRE GONZALEZ ABSM‐138 0:48:07 0:04:49
320 6046 JESUS
ALEJANDRO CALLE GONZALEZ M40M‐ 97 0:50:33 0:05:04
332 6048 JORGE
HEVIA RODRIGUEZ M40M‐102 0:51:18 0:05:08
333 6049 IÑIGO
FERNANDEZ SALEGUI M40M‐103 0:51:18 0:05:08
334 10 JOSE
ÁNGEL FERNANDEZ RODRIGUEZ M40M‐ 104 0:51:22 0:05:09
339 105 ALBERTO
GONZÁLEZ GONZÁLEZ ABSM‐165 0:51:32 0:05:10
Para ver algunas fotos de la carrera click aquí.
La clasificación general aquí.
Y así van las clasificaciones de la Copa Diputación. Pincha aquí.En cuanto al "CuentaPonjales", que son los Km recorridos por cada corredor en las 2 competiciones de nuestra provincia (Liga de Cross y Copa Diputación), actualmente se encuentra así:
-pincha sobre la imagen para aumentar su tamaño-
La próxima cita de nuestro equipo en esta competición será el próximo 13 de Mayo con la Media Maratón de Benavides y para este fin de semana, cinco "correponjales" recorrerán las calles de Madrid en una de las Maratones más importantes a nivel nacional. Mucha suerte a todos!
viernes, 6 de abril de 2012
"CUENTOS DEL PUEBLIN 2"
LA PROCESIÓN DE LA BUENA MUERTE II
Cari, fiel conservadora de los cánticos, repartió los papeles del rosario a los hombres incluido el señor párroco. Así que, finalizada la primera parte de la celebración, todo se acomodó para que diera comienzo el rosario. Los hombres que no dispusieran del papel debían unirse al coro de mujeres con el estribillo. Los hombres que portaran los faroles y las cruces también debían conformarse con el estribillo ya que nadie se sabía de memoria las cincuenta estrofas del rosario.
Desfilaron los faroles. Tras ellos la cruz. Detrás el sacerdote, en medio, solo. Luego la segunda cruz, portada por el Abad, esa que sólo sale el día de Viernes Santo. Y siguiendo al cortejo principal, el pueblo. Los hombres con los papeles. Y comenzó en la puerta de la Iglesia el primer misterio. Inician los hombres el cántico:
Por la jornada que hiciste
del cielo al mundo a salvarnos.
Contestan piadosas las mujeres:
Danos, Señor, buena muerte,
por tu santísima muerte.
Va desfilando el primer misterio. Llegan a la sexta estrofa sin altercados dignos de mención. Todavía la procesión va bastante junta. Se ha metido por la calle de los Corralones cuando va en trance de finalizar el primer misterio pero “la entrada en Jerusalén” es dispar. Ya se ha destacado en la parte delantera la voz bien timbrada y entusiasmada de un convencido. Detrás de la cruz quedan los otros hombres con papel, entre ellos alguno que procesiona con toda la voluntad del mundo pero con su sordera inmisericorde, que ni en día tan santo se apiada de él. Y se descabala un poco el cántico:
Por la muy solemne entrada
que hiciste en Jerusalén.
Cuando el solista ya está en “Jerusalén”, el otro todavía no ha llegado a la “entrada”. Las mujeres comienzan a mirarse y esperan, pacientes a que los hombres más retrasados finalicen y entonan, bien acompasadas el estribillo. Pronto llega el final del primer misterio; el desajuste es evidente pero corregible gracias a la paciencia y potencia cantarina de las mujeres. Todo se arregla un poco más cuando hombres y mujeres cantan juntos la estrofa final del misterio:
El cura está un poco sorprendido. Este rosario cantado por las calles es novedad para él pero confiado en la sapiencia de los más veteranos del pueblo pensó que todo iría de perlas y no es así. En esta procesión no hay manera de que canten todos a coro y esto es un desbarajuste.
Cuando el cortejo inicia el segundo misterio
Por la oración que en el huerto
hiciste a tu eterno padre.
el grupo se estira y gira abandonando la calle de los Corralones y entrando en la Calle Mayor. Los primeros y los últimos no se ven y no se oyen. El cura comienza a mirar a derecha y a izquierda, cada vez más perplejo de ver a los procesionantes decididamente perdidos. Ya ni las mujeres pueden arreglar esto. Tienen que brindar el estribillo a uno de los grupos, al que va más retrasado.
El cura se encuentra solo en medio de su pequeño desierto. No canta, no se detiene, no osa parar la procesión y organizar al personal y le invade la sensación de caminar en medio de un caos. El desajuste crece con cada estrofa. Ahora ya unos hombres están en una estrofa y otros comienzan ya la siguiente. Cada uno enfrascado en su papel y en su quehacer, convencido de ir al paso marcado por la letanía cantarina.
El párroco mira al Abad, que camina ensimismado sujetando la cruz y entonando el estribillo también a destiempo. No hay manera de arreglar el estropicio. Le invade una sensación de hilaridad que contiene a duras penas. “¿Será posible que nadie ponga orden en este desconcierto?” Intenta inquirir con la mirada a los portadores de los faroles, quienes, a su vez, miran para adelante concentrados en la dignidad de su tarea y también canturrean el estribillo a “su tiempo”. El cura no puede más. Es un desaguisado mayúsculo. Debe hacer un esfuerzo supremo por contener un estallido violento de risa. Lo contiene a duras penas. Levanta el “nuevo librito que contiene el rosario de la Buena Muerte añadido con Los Sacramentos, el Padre Nuestro y el Ave María, en verso” hacia su cara y se tapa un poco con él. Así, protegido, suelta una carcajada ya incontenible. Se tapa un poco más. No se atreve a dejarse ver. Pero el reto de que alguien cante al mismo tiempo, de un mínimo coro, se hace insostenible. Las oleadas de versos, estrofas y estribillos, se suceden como en un mar embravecido; todos se mezclan. Y en este batiburrillo de voces ya no hay forma de contenerse. Don Germán, resuelto a no morir en ese mismo instante de la congestión que le estaba produciendo contenerse estalla en una nueva carcajada escondido bajo el librito pero, aunque queda ahogada por su propia discreción, es perceptible por aquellos más cercanos.
La procesión se detiene en cada misterio y el cura debe pronunciarlo y rezar el padrenuestro antes de entrar en los cánticos siguientes. Le pilla al cura la parada en medio del sofoco de la última carcajada. Se recupera como a hurtadillas, se frota los ojos llenos de lágrimas, y realiza su labor sagrada con la seriedad que le permite el respiro brindado por el silencio de los procesionarios. Los últimos misterios inician su andadura y él ya no espera nada, sólo que pueda mantenerse con dignidad en su sitio central de la procesión y que no haya sido demasiado palpable su divertimento en medio del rosario de “la buena muerte”.
Al llegar de nuevo a la puerta de la Iglesia, los caminantes se agrupan y entra la última estrofa a tiempo para la mayoría de ellos.
Por la gloria que posees
a la diestra de Dios padre.
Danos señor buena muerte
y tu santa bendición. Amén.
Con el “amén” final y en medio de un suspiro de alivio el celebrante despide el rosario sin hacer comentarios. Los feligreses se miran unos a otros y todos se culpan entre sí. Nunca un rosario de la “buena muerte” produjo tanta risa. El alma de la gente, a medias sobrecogida y a medias solazada, se retiró prudentemente a los adentros de cada uno.
FIN
José Luis Alonso Díez (Pepín)
6 de abril de 2012
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