viernes, 5 de julio de 2013

EXCURSIÓN A LASTRES


* Indicar si se desea ir a comer al apuntarse así como el menú escogido.

MENÚ:
- Patatas con pulpo.
- Escalopines al cabrales.
- Flan casero.
- Vino tinto (Rioja); vino blanco (Rueda); agua; pan y café

MENÚ INFANTIL:
- Macarrones con bonito.
- Escalope de pollo con patatas fritas.
- Helado
- Refresco

Restaurante Vista Alegre

domingo, 13 de enero de 2013

NUEVA SECCIÓN DEL CLUB DEPORTIVO LOS PONJALES

Para este 2013 queremos dar la posibilidad de federarse en montaña a todos nuestros socios con la idea de realizar tantas excursiones y rutas de senderismo como nos sea posible. Con esta licencia, a parte de tener un seguro que nos cubra cualquier tipo de accidente, tendremos otras muchas ventajas que podéis consultar en el siguiente enlace (pincha aquí).

Más información pinchando sobre la imagen y ya sabéis, para cualquier duda o consulta, no dudéis en enviarnos un email a ponjales@hotmail.es


sábado, 5 de enero de 2013

CUENTOS DEL PUEBLÍN 5



NOCHE DE REYES


Profeta
Un niño, parece un ángel, se asoma al balcón de la Prazuela. Parece alegre pero su mirada infunde miedo.

Niño
¡Cerrad las ventanas, por Dios, por favor… cerrad las ventanas…! Llegará la luna y bañará la plaza. Habrá una luz de puñal azulado, de blanquecino frío… ¡Cerrad las ventanas! ¡Ni luz, ni luna, ni frío, ni miradas, ni voces que atruenan los oídos, ni choques de espadas, ni ruido de pisadas y ni asomo de congojas! ¡Cerrad las ventanas! Ya vendrán a abrirlas los elegidos. Yo estoy esperando sus lentos pasos y su carga de regalos. No sé por qué me da miedo la plaza con su color añil y sus pardas esquinas. No puedo dormir. ¡Ay, mi caballito negro, con su frente alba y su crin cándida! Caballito con ruedas y una cuerda nueva. Mi caballito negro…

Profeta
La luna de enero con su lacia melena se deja caer. La plaza sueña y espera. No hay vida en la plaza. Las ventanas firmes cierran las casas, cobijan las almas, aseguran la paz con las nanas de los ángeles. Todo es espera, todo es silencio. ¡Qué luz tan potente nos brinda ya la luna! Es como un día de blancas tinieblas. Es como un sol avergonzado que no se atreve a pasear su borrachera.

Niño
Yo cierro mi ventana con la esperanza intacta.

Profeta
Yo que tú no me fiaría de lunas ni de estrellas; ni de noches presumidas ni de lazos rojos. Más bien negro será tu día, mañana.

Niño
¿No sabes decir cosas buenas?



Profeta
No es bueno mentir a los niños. Prefiero hacerte llorar ahora, en este lechoso seno.

Niño
Me voy; se acercan personajes grandes. Relumbran sus capas y destellan sus espadas. Coronas y báculos adornan su gesto. Su voz se asemeja a truenos lejanos, que aún provocan pánico. Profeta, ¿quiénes son? ¡No te vayas, así, callado, amedrentado por unos pasos gigantescos! Dime, dime… ¿Quiénes son?

Contra
Debes matar catorce mil inocentes por toda Judea. Es tu destino. Está escrito.

Herodes
¿Dónde está escrito? Ningún sabio lo dice… ninguno lo sabe.

Contra
Hasta aquí llegó un sabio persa que oyó algo de países lejanos, de más allá de las Alejandrías nuevas.

Herodes
No me gustan los sabios persas. Hacen creer a la gente cosas extrañas. Traen mala suerte.

Contra
El persa hablaba de dioses y reyes. De un príncipe nuevo.

Herodes
No quiero oír hablar de príncipes nuevos. Y menos en mi reino.

Contra
Krisna, se llamaba el príncipe. El rey Kansa ordenó matar a todos los niños de dos años para abajo. Le tuvo miedo al príncipe nuevo.

Herodes
Triste destino el de ser rey. Triste es temer al día y aborrecer la noche.

Contra
Los niños fueron asesinados. Todos, menos Krisna. Y éste triunfó sobre el fatídico Kansa. De nada le sirvió su maldad.

Herodes
¿Qué debo hacer? ¿Quién me amenaza a mí? ¿Debo temer al nuevo día?

Contra
Debes cumplir lo que está escrito: “Herodes, el rey cruel…”.

Herodes
Mi palacio es un palacio sin princesas.

El profeta
Los oráculos se cantan, son melodías antiguas cargadas de presagios. Para unos son, sin embargo, agradables sonidos.

Herodes
Las noticias son como dioses bifrontes; nunca miran con una sola cara. No me gustan las nuevas que provienen de extranjeros. Yo soy mi mejor noticia.

Contra
¿Todavía te preguntas por qué no hay princesas en tus bellos palacios? Esperan tu muerte para regresar.

Herodes
Fuera de mi palacio, todos son extraños. Todos me temen pero ninguno es mío.

Contra
Mariamme te espera con tus hijos muertos. Te están aguardando. ¿A qué esperas tú? ¿Qué mejor momento que éste? ¿No hablan los profetas de un nuevo rey? ¡Vete! Regresa al calor del tálamo viudo. Mariamme habrá sabido perdonarte allá en el averno.

Profeta
El cuarto oráculo se cumple ya. De Jacob vendrá quien reine en Israel.

Herodes
¿Cómo he de decirte que no me interesan tus profecías? Antes de conjeturas vanas, respóndeme: ¿Por qué no hay princesas en Herodion? ¿Dónde están mis hijos? ¡Yo no quiero matar inocentes!

Contra
Catorce mil, dicen las escrituras, han de caer bajo tu afilada espada.

Herodes
Nunca tembló mi mano contra un solo culpable. Agria muerte les espera. Pero, ¿por qué he de matar inocentes?

Contra
Un rey no distingue entre inocentes y culpables. ¿No puedes entenderlo? Todos son contra el rey. Los que lo aman porque desean continuar su poder sin estorbos y los que no lo quieren, para arrebatárselo a él y a su progenie.

Herodes
Cruel destino para el rey. Ni dormir se puede hoy día.

Contra
¿No vas a ser tú más que el divino César? Este, para asegurarse el sueño en vísperas de puñales se hace ser dios. Y así, aunque muera, será inmortal. ¿Tú quieres ser dios?

Herodes
¿Qué pregunta es esa en tierras de Yahvé? No soy judío pero conozco bien la ley de Moisés.

Niño
A pesar de las ventanas cerradas, oigo voces enormes, como de dioses o ángeles caídos. Retumban en toda la plaza bajo la escarcha. No es hora de voces ni de lamentos. ¡Recogerse! ¡Dejad los asuntos del día para el día! Hoy es noche de Reyes.



Profeta
Tres reyes llegarán conducidos por una estrella. Esos reyes ancianos sólo caminan de noche para que la luz les guíe. Son los reyes de los niños. Soberbio viaje lleno de sinsabores. Ahora llegan a Belén. El fin de su camino. ¿Cuántos niños ansían su llegada? ¿Alguien los ha anunciado? Los niños están con el corazón esperanzado y su alma alborozada. Sacos enteros de regalos para los niños. Tres reyes vienen cargados de regalos…
Niño
Yo estoy esperando su llegada. Yo soy su destino.

Profeta
Miles de niños como tú sueñan despiertos y atienden con el sueño cruzado de ilusiones.  No saben que el regalo destinado para ellos será una carga demasiado grande para sus madres. Una carga insoportable.

Herodes
Hakima, mi esclava más fiel, tomada de los árabes desiertos, bajo las sombras de Cleopatra, ha de sombrearme la barba. Teñirme cada día los cabellos, ensortijarme el pelo bajo la recia corona.

Contra
Cuida tu aspecto, no vayas a parecer débil.

Herodes
Mi pelo negro infundirá pavor a todos. Y nadie se atreverá a mirarme a los ojos. Así los dominaré, sin necesidad de sangre.

Contra
¡Necio! No hay huida posible. Tu mano ya está manchada por los libros.

Herodes
¿Qué libros?

Contra
Las sagradas escrituras que tú conoces no son nada más que un libro de miles que les seguirán. Tú ya estás en ellos. Todos te acusan de los atropellos más vergonzosos para un mortal. Todos hablan de ti y de tus fechorías.

Herodes
Les tengo un pavor real a los libros. Aun quemándolos, son peligrosos como ruinas llenas de serpientes.

Contra
Busca tu defensa. Eres rey. No puedes huir ni agachar la cabeza.

Herodes
Disfruté de diez mujeres. A catorce se eleva el número de mis hijos y nadie me defiende. Ni Arquelao, que calla.

Contra
Aún se acuerda de sus hermanos muertos por tus manos. Si mirabas a uno, condenabas al otro. Ellos saben que tú los echas unos contra los otros. ¿Qué van a hacer? Esperar, esperar tu muerte.

Herodes
Quiero morir solo. Prefiero la soledad de una celda vacía a una plaza llena de judíos prestos a ser asesinados como tributo por mi muerte. ¡Quiero morir solo! No quiero gente que presencie mi juicio y mi condena a muerte. Ese fin no se reserva a los reyes. Con mi ennegrecido pelo contendré el furor de las madres. Si no hay más remedio, sacrificaré inocentes… Todos serán mis hijos. Por lo cual, todos serán culpables.

Contra
Hermosa argucia, Herodes.

Herodes
Ya no me temo. De repente, se me ha ido el miedo. Mañana en esta plaza que hagan lo que haya que hacer. Yo ya cumplí con mi destino. Ya estoy muerto mucho antes de empezar. Ya estoy muerto…

Contra
Eso no impedirá que yo haga bien mi trabajo. Te dejaré bajo los cascos de algún caballo, mordiendo el barro. Yo no tengo piedad. No habrá ni un solo gramo de conmiseración. ¡Seré inmisericorde! Herodes, ¿estás dispuesto a sufrirlo?

Herodes
Yo ya estoy muerto, ¿no comprendes?

Contra
Yo sólo entiendo la voz del pueblo. Y el pueblo está sediento. Clama contra ti. Lleva clamando años y años contra tu figura envenenada. Ya ha olvidado los palacios y las glorias. Ya no se acuerda del trigo que les trajiste en aquellos años de plagas infernales. Ya no retienen en sus ojos ni en sus bocas las aclamaciones cuando venciste a los enemigos de Jerusalén. Ahora, sólo temen por sus hijos. Demasiadas veces les han dicho que tú serás su asesino. Da igual que no lo seas. Ellos ya te temen. Su voz se eleva y yo la recojo como un carro de fuego que regresa de los cielos. Y en ese fuego debes arder, para resarcimiento del pueblo. Lo siento Herodes, es el destino. Recuerda, todo está escrito.

Herodes
Da igual lo que digas; yo ya estoy muerto.

Contra
Si así lo quieres, que así sea.

Profeta
Un rayo de sol despunta por el este. La plaza ha de quedarse desierta. Herodes y el Contra, ¡qué extraño!, se retiran abrazados. En unas horas, el sol los enfrentará mortalmente. No obstante, parecen amigos, como si ambos necesitaran fundirse en un abrazo de fraternidad. ¡Qué singulares son los hombres comunes! No comprendo sus palabras y menos sus actos. He intentado hablar claro pero nadie me ha escuchado de veras. Quizás el niño aquel del balcón sea el único cuerdo en este solitario lugar. Yo me retiro a mi cueva. Al menos, que nadie me quite el sol, este solecito de enero a la entrada de mi cueva. ¿Qué más puedo pedir?

Niño
Ya amanece. Hoy será el día más feliz. Las voces que soñé durante las tinieblas blancas ya han cesado. Todo ha vuelto a la normalidad. Mañana se poblará la plaza de porteadores y regalos. Todos los niños saldremos jubilosos a recibirlos. Nuestras madres vigilarán nuestros pasos desde las celosías. Y nuestros padres… No los veo. Hace tiempo que nadie los ve por la plaza. ¿Será esto un presagio?
                                               FIN






José Luis Alonso Díez (Pepín)
5 de enero de 2013